martes, 17 de junio de 2008

“No es para todos. Nos equivocamos dos veces.”

Por Baruj Plavnik

Así lo afirma este rabino quien apoyó, originalmente y en forma expresa, a la lista de sus colegas Bergman, Skorka y Avruj.


En marzo, antes de las elecciones para renovar las autoridades de AMIA yo les escribí instándolos a ir a votar y participar, porque recibí advertencias de las maniobra de partidos políticos ortodoxos para ganar las elecciones y tomar el control de la institución más emblemática de la Comunidad judía de la Argentina.
Personas que me inspiran mucho respeto se lanzaron a construir una alternativa entre el establishment histórico desvalorizado y sin credibilidad, por un lado, y la ortodoxia fundamentalista, por otro. Yo sentí una esperanza y decidí involucrarme hasta donde mi investidura rabínica me lo permitía, porque desde siempre pienso que no se puede mezclar religión y política.
Apoyé la Lista 1 compuesta por representantes de la mayor parte de las Sinagogas conservadoras y reformistas y los clubes socio deportivos. Varios de los miembros más comprometidos de PARDES aceptaron mi pedido de involucrarse activamente.

Hoy estoy decepcionado del resultado.

Esas elecciones tuvieron el doble de votantes de todas las últimas elecciones. Una sorpresa, aunque 7.000 votos no es ni un tercio de los socios de AMIA, y ni siquiera el 2% de los judíos de la Argentina.
Ninguna lista obtuvo la mayoría. Los partidos políticos ortodoxos obtuvieron la mayor cantidad de votos: 2.700 votos.
La Lista 1 llamada “AMIA para todos” obtuvo 1.700 votos, toda una hazaña para un grupo que comenzó a actuar apenas un mes antes de la votación. Resultó la tercera minoría con una cantidad de representantes que no se podría ignorar.

Los Estatutos de AMIA establecen que en la votación se eligen 90 representantes y esos representantes son los que después eligen al Consejo Directivo.
La sorpresa fue que los representantes de la Lista 1 -que había convocado a los votantes con propuestas pluralistas y enfrentadas al fundamentalismo- terminaron apoyando a los candidatos ortodoxos. Fue el primer error.

La inexperiencia, los manipuleos políticos del establishment histórico derrotado, los apuros, etc. son excusas. Nos equivocamos.

El segundo error más grave es no reconocer el primero. Ningún representante de la Lista 1 debería aceptar un cargo directivo en la actual conducción de AMIA y ser cómplice de falacias.

“Nos equivocamos dos veces”, me incluyo, porque hasta ayer yo fui parte del intento. Hoy yo no me siento representado por nadie.

AMIA, por ahora, no es de todos.

En la Comunidad judía hoy no se afrontan debates sinceros ni se busca auténtica representación democrática, solo se discuten puestos, no se discuten ideas.

La AMIA -no olvidemos- es una mutual, su misión es la de proveer servicios a los socios, cultura, asistencia social, salud, educación, sepelios; no tiene autoridad para determinar quién es judío y quién no lo es.

Sin embargo la historia y particularmente el atentado terrorista han convertido a la AMIA en un emblema. Moralmente todos los judíos de la Argentina somos “socios” de AMIA, pero formalmente no podemos votar.
La semana próxima yo voy a presentar mi solicitud de socio -me han dicho que la cuota es de $10-, se me ocurre que es una buena manera de protestar: Asociar a todos los miembros de nuestra familia como un acto de protesta.
Soy judío y religioso y me parece que cualquier ortodoxia es una traición primero a la religión y, en segundo lugar, a la historia judía. Y puedo mostrarlo en los textos fuente de nuestra tradición y cultura.

AMIA no debe tener ningún rabinato, ni ortodoxo, ni conservador, ni reformista, porque es una entidad social, no religiosa.

Creo que es un error dejarnos asustar con la “asimilación”. Es un “cuco” que sirve para controlar y someter. La modernidad -para la que muchos ilustres judíos fueron precursores como Spinoza- implica un grado más elevado de libertad para la humanidad e incluye puertas abiertas para entrar y para salir, y eso es bueno.

Dejemos que los que quieren salir salgan y dejemos que los que quieren entrar, entren. En mi experiencia de 30 años de educador y líder espiritual he visto que son muchos más los que quieren entrar que los que quieren salir.

La “asimilación” no es el problema. El problema, en mi opinión, es que el judaísmo se muestra para afuera y poco se vive para adentro. Es una vulgar superficialidad mostrarse con ‘kipá’ en la cabeza si la Torá no se nota en las relaciones comerciales, en el manejo de las empresas, en las relaciones familiares, en cómo se gasta el dinero y en cómo se hace gastar a otros el dinero.

El Talmud, con 63 tratados, sólo se ocupa en unos pocos de los rituales religiosos, la absoluta mayoría de los tratados del Talmud tienen que ver con la vida diaria. Pero, además, hay que ser claro: para ser judío hoy el Talmud solo, no alcanza.

El ‘Shemá’, una oración que los judíos religiosos repetimos todos los días por lo menos dos veces, prescribe “amaras a Dios” y el ‘Midrash’ se pregunta ¿cómo se hace para amar a Dios? Y responde: “haciendo con tu conducta que las criaturas veneren a Dios, porque cuando un hijo actúa bien la gente le reconoce el mérito al padre, y cuando actúa mal la gente sospecha del padre que lo educó.

Las ‘Mitzvot’ no son una estrategia para separarnos de los gentiles, sino una disciplina para servir a Dios. Y si se usan para otra cosa a mí me parece blasfemia.

Lo “judío” no admite definiciones cerradas y, entre otras cosas que podrían incluirse, hay dos que yo particularmente destaco y promuevo:

1- La preocupación ética y espiritual que se sostiene en el estudio crítico de las fuentes judías y universales.

2- La formación de Comunidades de autentica solidaridad y compromiso reciproco.

Fuente: Nueva Sión

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