Los padres informaron del caso a un activista de la comunidad etíope, Daniel Uria. 'No es nada grave que estén separadas', respondió un responsable del colegio ortodoxo. Un inspector del Ministerio de Educación ordenó al director inmediatamente integrar a las alumnas.
Los israelíes se despertaron el martes conmocionados por un caso revelado por el diario 'Yediot Ajaronot'. En una escuela religiosa ortodoxa de Petaj Tikva, ciudad al noroeste de Tel Aviv, cuatro alumnas etíopes, de entre siete y ocho años, sufren una discriminación silenciosa: estudian solas en una clase separada, disfrutan del recreo a horas diferentes que el resto de alumnas y no se suben al autobús escolar sino que les proporcionan un taxi especial. Todo vale para evitar cualquier contacto con sus compañeras. Un caso en el que judíos religiosos blancos discriminan a judíos religiosos negros.
"No entiendo por qué nos hacen esto. ¿Solo porque somos negros y débiles?", se queja la madre de unas de las discriminadas alumnas. Yashiau Grenvich, director de la escuela (semiprivada y perteneciente a la corriente religiosa nacionalista), creía que las cuatro etíopes "deben adaptarse de forma gradual al sistema educativo del centro. Llegaron con una forma de vida y cultura muy diferentes al resto".
Unos argumentos que no han servido de mucho. Un inspector del ministerio de Educación visitó el martes por la mañana el colegio 'laMerjav' para ordenar al director que integre las alumnas en las clases 'normales'.
Se calcula que en Israel viven cerca de 100.000 judíos de Etiopía llegados en dos grandes y espectaculares puentes aéreos organizados por el Ejército, la Agencia de Absorción y el Mossad (servicios secretos israelíes).
Conocidos como "falashas", son originarios de la época del Rey Salomón y la Reina de Saba. Debido a las diferencias culturales, sociales y tecnológicas, la absorción de esta comunidad nunca ha sido fácil, sobre todo en comparación con los procedentes de la Ex Unión Soviética o de Sudamérica.
'Pura y sencillamente racismo'
El ministro de Absorción, Yaacov Edri, se ha declarado "abrumado" y ha exigido a la responsable de Educación, Yuli Tamir que sancione al colegio. "Lo que han hecho con estas cuatro pobres chicas es pura y sencillamente racismo. Si las informaciones son ciertas y tras una pertinente comprobación, ejercitaremos nuestros derechos para sancionar a los responsables", afirmó Tamir.
Las cuatro alumnas llegaron con sus familias a Petaj Tikva hace solo unos meses, siendo inscritas en el colegio religioso. Tras mes y medio padeciendo lo que el director llama 'integración gradual' y el resto del mundo 'discriminación', los padres informaron del caso a un activista de la comunidad etiope, Daniel Uria. "Me dijeron que no entienden qué pasa. Las niñas llegan desanimadas a casa, sufren aislamiento social, sin ninguna amiga en el colegio", dice Uria.
Tras intentar sin éxito hablar con el director, la siguiente estación de Uria fue el Ayuntamiento de Petaj Tikva. El supervisor municipal de Educación, Rami Openberg, le contestó que la escuela tenía sus propias normas y que "las alumnas tiene diferente forma de vida y deben aprender en primer lugar como comportarse antes de ser integradas en el funcionamiento normal".
'Un proceso gradual de adaptación'
Y añade: "Lo siento pero hay grandes diferencias a nivel religioso y educativo por lo que es conveniente un proceso gradual de integración". El martes, tras ser bombardeado con mensajes de protestas, Openberg explica que se opone a la separación entre alumnos.
"¿Por qué los padres están preocupados? Nosotros sabemos mejor que nadie que es lo conviene más a las niñas y por eso no es nada grave que estén separadas", respondió otro de los responsables del colegio.
Uria se enfureció ante estas respuestas y el periódico más leído fue su última y más exitosa acción de protesta. "No entiendo que quieren de estas chicas. Llevan una vida normal en el seno de familias religiosas normales. Su aislamiento no creo que sea la mejor forma de reducir las diferencias", lamentó.
'Un boicot intolerable'
El alcalde de Petaj Tikva, Yitzhak Ojayon, ha intervenido asegurando que las cuatro "serán inscritas en pocas semanas en un colegio que sí las quieran. El boicot que sufrieron es intolerable". Ante la avalancha de condenas, Ojayon asegura: "Nadie nos puede llamar racistas porque Petaj Tikva se ha volcado siempre en la absorción de etíopes. En los últimos dos años más de 1.000 alumnos etíopes han sido escolarizados aquí".
Todos hablan de estas chicas en las calles de Petaj Tikva, una de las ciudades más grandes del país, con casi 200.000 habitantes. "Es una vergüenza. No creo que el racismo sea compatible con la enseñanza de la Biblia", dice Maya, una estudiante de la ciudad.
Dentro de las paredes del colegio nadie se atreve a dar la cara. "Perdona pero no estamos autorizados a comentar nada al respecto", se excusa la secretaria. Haciendo uso del anonimato y tras asegurarle que será publicado en un medio español, uno de los profesores nos da su versión: "Lo que ha publicado el diario es exagerado y sensacionalista. Es cierto que estudian en una clase separada pero en el recreo se juntan con las demás alumnas. Respecto al transporte escolar, es un gesto del Ayuntamiento. ¿Qué padre se opondría a que sus hijos fueran llevados a cada día en un taxi especial? Además, hemos invitado a los padres de las cuatro pero no entienden ni una palabra en hebreo".
Quizás no sean capaces de expresarse en este idioma, pero sí pueden identificar la lacra de la discriminación. Y si esta se ceba en la piel de sus hijas, aún más.
Fuente: El Mundo
Los israelíes se despertaron el martes conmocionados por un caso revelado por el diario 'Yediot Ajaronot'. En una escuela religiosa ortodoxa de Petaj Tikva, ciudad al noroeste de Tel Aviv, cuatro alumnas etíopes, de entre siete y ocho años, sufren una discriminación silenciosa: estudian solas en una clase separada, disfrutan del recreo a horas diferentes que el resto de alumnas y no se suben al autobús escolar sino que les proporcionan un taxi especial. Todo vale para evitar cualquier contacto con sus compañeras. Un caso en el que judíos religiosos blancos discriminan a judíos religiosos negros.
"No entiendo por qué nos hacen esto. ¿Solo porque somos negros y débiles?", se queja la madre de unas de las discriminadas alumnas. Yashiau Grenvich, director de la escuela (semiprivada y perteneciente a la corriente religiosa nacionalista), creía que las cuatro etíopes "deben adaptarse de forma gradual al sistema educativo del centro. Llegaron con una forma de vida y cultura muy diferentes al resto".
Unos argumentos que no han servido de mucho. Un inspector del ministerio de Educación visitó el martes por la mañana el colegio 'laMerjav' para ordenar al director que integre las alumnas en las clases 'normales'.
Se calcula que en Israel viven cerca de 100.000 judíos de Etiopía llegados en dos grandes y espectaculares puentes aéreos organizados por el Ejército, la Agencia de Absorción y el Mossad (servicios secretos israelíes).
Conocidos como "falashas", son originarios de la época del Rey Salomón y la Reina de Saba. Debido a las diferencias culturales, sociales y tecnológicas, la absorción de esta comunidad nunca ha sido fácil, sobre todo en comparación con los procedentes de la Ex Unión Soviética o de Sudamérica.
'Pura y sencillamente racismo'
El ministro de Absorción, Yaacov Edri, se ha declarado "abrumado" y ha exigido a la responsable de Educación, Yuli Tamir que sancione al colegio. "Lo que han hecho con estas cuatro pobres chicas es pura y sencillamente racismo. Si las informaciones son ciertas y tras una pertinente comprobación, ejercitaremos nuestros derechos para sancionar a los responsables", afirmó Tamir.
Las cuatro alumnas llegaron con sus familias a Petaj Tikva hace solo unos meses, siendo inscritas en el colegio religioso. Tras mes y medio padeciendo lo que el director llama 'integración gradual' y el resto del mundo 'discriminación', los padres informaron del caso a un activista de la comunidad etiope, Daniel Uria. "Me dijeron que no entienden qué pasa. Las niñas llegan desanimadas a casa, sufren aislamiento social, sin ninguna amiga en el colegio", dice Uria.
Tras intentar sin éxito hablar con el director, la siguiente estación de Uria fue el Ayuntamiento de Petaj Tikva. El supervisor municipal de Educación, Rami Openberg, le contestó que la escuela tenía sus propias normas y que "las alumnas tiene diferente forma de vida y deben aprender en primer lugar como comportarse antes de ser integradas en el funcionamiento normal".
'Un proceso gradual de adaptación'
Y añade: "Lo siento pero hay grandes diferencias a nivel religioso y educativo por lo que es conveniente un proceso gradual de integración". El martes, tras ser bombardeado con mensajes de protestas, Openberg explica que se opone a la separación entre alumnos.
"¿Por qué los padres están preocupados? Nosotros sabemos mejor que nadie que es lo conviene más a las niñas y por eso no es nada grave que estén separadas", respondió otro de los responsables del colegio.
Uria se enfureció ante estas respuestas y el periódico más leído fue su última y más exitosa acción de protesta. "No entiendo que quieren de estas chicas. Llevan una vida normal en el seno de familias religiosas normales. Su aislamiento no creo que sea la mejor forma de reducir las diferencias", lamentó.
'Un boicot intolerable'
El alcalde de Petaj Tikva, Yitzhak Ojayon, ha intervenido asegurando que las cuatro "serán inscritas en pocas semanas en un colegio que sí las quieran. El boicot que sufrieron es intolerable". Ante la avalancha de condenas, Ojayon asegura: "Nadie nos puede llamar racistas porque Petaj Tikva se ha volcado siempre en la absorción de etíopes. En los últimos dos años más de 1.000 alumnos etíopes han sido escolarizados aquí".
Todos hablan de estas chicas en las calles de Petaj Tikva, una de las ciudades más grandes del país, con casi 200.000 habitantes. "Es una vergüenza. No creo que el racismo sea compatible con la enseñanza de la Biblia", dice Maya, una estudiante de la ciudad.
Dentro de las paredes del colegio nadie se atreve a dar la cara. "Perdona pero no estamos autorizados a comentar nada al respecto", se excusa la secretaria. Haciendo uso del anonimato y tras asegurarle que será publicado en un medio español, uno de los profesores nos da su versión: "Lo que ha publicado el diario es exagerado y sensacionalista. Es cierto que estudian en una clase separada pero en el recreo se juntan con las demás alumnas. Respecto al transporte escolar, es un gesto del Ayuntamiento. ¿Qué padre se opondría a que sus hijos fueran llevados a cada día en un taxi especial? Además, hemos invitado a los padres de las cuatro pero no entienden ni una palabra en hebreo".
Quizás no sean capaces de expresarse en este idioma, pero sí pueden identificar la lacra de la discriminación. Y si esta se ceba en la piel de sus hijas, aún más.
Fuente: El Mundo
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