sábado, 1 de marzo de 2008

En "Shalom" reluce el encanto de lo amateur


La compañía de arte folklórico israelí «Shalom» equilibra certeramente la música instrumental, el canto y la danza, en un espectáculo que lleva el mismo nombre y que a lo largo de dos horas ofrece un mosaico colorido y multiforme de la expresividad del pueblo judío.

«Shalom Tel-Aviv», desde 1976, es una formación que anualmente cambia sus bailarines y repertorio. Los artistas son seleccionados por Gavri Levy en diferentes regiones del país y según relató a este diario días atrás «el grupo congrega a 50 bailarines de cada rincón de Israel, representando las distintas etnias, con distintas profesiones, es así como entre ellos hay soldados, granjeros, maestros y profesionales de distintas disciplinas. Durante el día estas personas se dedican a sus trabajos y por la noche se reúnen para ensayar.» De ahí el carácter «amateur» de la compañía.

Aun así, se observa en el desempeño conjunto buenas condiciones técnicas y expresivas que tienen oportunidad de exhibir en los distintos cuadros que componen el espectáculo. Este está dividido en una serie de segmentos que se alternan durante toda la representación. Comienza con la danza en dos cuadros iniciales que patentiza en su lenguaje una fuerte inspiración en las compañías folklóricas rusas.

Rondas y encadenamientos entre los hombres y las mujeres del cuerpo de baile, las coreografías y los vestuarios remiten a la visualidad de un «Berioshka» o un «Moisseiev», por ejemplo, sin llegar a esas alturas estéticas. Entradas y salidas conjuntas, pequeños núcleos enfrentados, algún trabajo solista, siempre con un clima de gran alegría y colorida luminosidad. Más adelante se suman algunos cuadros solistas humorísticos como el del viejo preceptor y su discípula o una versión cómica (tres hombres y una mujer) del célebre «pas de quatre» de «El lago de los cisnes», de Tchaikovsky.

Alguna incursión en otros folklores, como el «carnavalito» yuxtapuesto a una canción mexicana, no resulta lo mejor de este primer fragmento.

Un set de canciones judías en la voz de una cantante «pop» (bien cantadas y con innegable simpatía), de un clarinetista virtuoso, otra cantante de estilo más tradicional y otros exponentes de la canción popular de Israel preparan un segmento -el mejor de todo el show-con distintos tramos (sobre todo el del casamiento) de «El violinista en el tejado», que si bien es música de un norteamericano (Jerry Bock), está inspirado en temas judíos.

Alegría, dinámica y poesía se combinan en los desplazamientos del cuerpo de baile, acompañado como todo el resto del programa por una orquesta popular en vivo. Dentro de la misma estructura de «Shalom» vuelven a aparecer los cantantes (dos mujeres más otra de cantos tradicionales de una gran nostalgia, a quien acompañó el público desde la platea), otros sets instrumentales y más danzas que dosifican el folklore tradicional con coreografías de clima más urbano, cierran casi cíclicamente «Shalom».

Espectáculo dirigido fundamentalmente a la colectividad judía que vibra desde la platea con las distintas instancias, no dejará de interesar a otros integrantes de otras religiones por su efervescencia y su alegría de vivir.


Fuente: ÁmbitoWeb

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