viernes, 18 de julio de 2008

Discurso de la juventud

Este discurso fue leído por Ezequiel Herzage (de Noam-Marom) en representación de la Mesa de Juventud de AMIA durante el acto de juventud por el 14º aniversario del atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA).

14 años se cumplen, desde aquella mañana de julio, en la que nos enterábamos que había explotado una bomba en el edificio de la AMIA.
La mayoría de nosotros no tenía una verdadera noción de lo que significaba aquel atentado. Éramos muy chicos, seguramente ni siquiera recordemos qué era lo que estábamos haciendo aquel día.

14 años se cumplen, desde aquella mañana de julio, en la que nos enterábamos que había explotado una bomba en el edificio de la AMIA.
La mayoría de nosotros no tenía una verdadera noción de lo que significaba aquel atentado. Éramos muy chicos, seguramente ni siquiera recordemos qué era lo que estábamos haciendo aquel día.
Muchos de nosotros, a diferencia de nuestros padres, tíos o abuelos, cuando pensamos en la AMIA, se nos viene a la cabeza este edificio de concreto, con el vallado adelante, los controles de seguridad, la distancia entre la entrada y el edificio, mientras que en contraste, los adultos ven el otro edificio, aquel que estuvo recreado aquí mismo el año pasado, aquel mismo que hoy solo existe en fotos. Ese que 85 vidas se llevó con él al momento de ser destruido. 14 años.



Fuimos creciendo con esta realidad, y nos fuimos acostumbrando.

Nos acostumbramos a que las noticias sobre AMIA, fueran relacionadas al atentado, y al juicio. Nos olvidamos del arte, la cultura, la asistencia social. Nos olvidamos del la particularidad judía y de su aporte al conjunto de la sociedad.

Nos acostumbramos a reconocer edificios de la comunidad por su exterior y no por su valor interior: por pilotes y no por su función, no por algúna estrella de David, no por sus mezuzot.

Nos acostumbramos a tener que identificarnos para poder entrar en algún edificio de la comunidad: dar referencias de quienes somos, a que institución pertenecemos, y con qué fin venimos. A realizar actos rodeados de vallas, como si no cualquiera pudiera unirse y solidarizarse con nuestro reclamo.

Nos acostumbramos a que con cada nuevo aniversario del atentado saliera a la luz una nueva pista falsa y la causa parecía moverse; solo parecía, para calmar las aguas.

Nos acostumbramos a que sólo el 18 de julio reclamamos justicia por AMIA.
A que ese reclamo de justicia se haga un solo día
¿Por qué nos acostumbramos a todo esto?
Porque nos hemos acostumbrado a que no haya justicia.


Hemos crecido con las consecuencias del atentado, de forma tal que nos hemos habituado a ellas y naturalizamos cosas que no debiéramos haber naturalizado.

Pero no a todo se acostumbra un ser humano.
A la pérdida de padres, de hijos, de parejas, de amigos, de personas amadas, nadie puede acostumbrarse. Las vidas de 85 personas amadas fueron quitadas hace 14 años.
Reconocemos a los familiares de las víctimas que luchan sin descanso por el esclarecimiento del atentado, por conocer a los responsables para honrar la memoria de sus seres queridos. En ese dolor, y en ese rechazo por bajar los brazos, estamos con Ustedes.

En 1994 éramos niños. Hoy, para poder seguir adelante,
Necesitamos MEMORIA para RECORDAR.
RECORDAR para exigir conocer la VERDAD.
Y la VERDAD para poder seguir reclamando JUSTICIA.

Hagamos de la memoria un movimiento permanente. Y no nos acostumbremos a olvidar, a no indagar, a callar.

Nosotros, los jóvenes, debemos seguir en la lucha incansable y cotidiana de los familiares. Y desistir de aceptar a la injusticia y a la impunidad como algo natural.


A tantas cosas nos acostumbramos…

Es el momento de destruir los pilotes del olvido.

Hagamos constante el pedido de justicia, para ésta y todas las causas de lesa humanidad ocurridas en nuestro país.

Rechacemos la impunidad en todas sus formas, denunciemos a los que callan y a los que fueron y son cómplices.

Luchemos por la memoria y a la verdad, para de esta manera, el día de mañana, poder acostumbrarnos a la justicia.


Muchas Gracias.


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