Por Daniel Montes
El día 1º de enero de 1883 nació en la aldea de Proskurov quien fuera luego el escritor y periodista argentino Alberto Gerchunoff.
Recién cumplidos sus cinco años comienza su vida americana en una colonia agrícola en la republica Argentina. Transitando hacia los bicentenarios de las revoluciones emancipadoras de América latina, una de sus obras, Los Gauchos Judíos, se presenta como uno de los iconos de la literatura en homenaje al centenario de la revolución de mayo celebrado en 1910, en un país que se presentaba al mundo como una verdadera tierra prometida, y que en sus paginas descubre parte de ese mestizaje cultural tan propio de América, mestizaje forjador ya de una verdadera nacionalidad latinoamericana.
Gerchunoff es un ejemplo emblemático; deslumbrado por la literatura española, especialmente la proveniente de aquella España judía medieval se convierte en un importante escritor hispanoamericano.
Sorprendente fue su trazo castellano puro, inscripto en la mas clásica de las tradiciones literarias españolas, lo cual se confirma por el resto de sus obras (Retorno a Don Quijote y El hombre importante, como por ejemplo) y que por el tratamiento que hizo del transplante cultural judío en Argentina, se convierte en el precursor de esa temática en la literatura americana. Y de ello es muestra el prologo de Los Gauchos judíos, que sintetiza la utopía que América representaba para ellos, pero también para todos los hombres que encontraron aquí una Patria:
“He ahí, hermanos de las colinas y de las ciudades, que la republica celebra sus grandes fiestas, las fiestas pascuales de su liberación.
Claros son los días y dulces las noches en que se elevan los laúdes en memoria de los héroes; hacia el cielo (blanco y azul como la bandera) suben voces de júbilo. Animanse de flores las praderas y de verdes siembras la campiña.
¿Recordáis cuando tendíais, allá en Rusia, las mesas rituales para glorificar la Pascua?
“He ahí, hermanos de las colinas y de las ciudades, que la republica celebra sus grandes fiestas, las fiestas pascuales de su liberación.
Claros son los días y dulces las noches en que se elevan los laúdes en memoria de los héroes; hacia el cielo (blanco y azul como la bandera) suben voces de júbilo. Animanse de flores las praderas y de verdes siembras la campiña.
¿Recordáis cuando tendíais, allá en Rusia, las mesas rituales para glorificar la Pascua?
Pascua magna es esta.
Abandonad vuestros arados y tended vuestras mesas. Cubridlas de blancos manteles y sacrificad los corderos más albos y poned el vino y la sal en augurio propicio. Es generoso el pabellón que ampara los antiguos dolores de la raza y cura las heridas como venda dispuesta por manos maternales.
Judíos errantes, desgarrados por viejas torturas, cautivos redimidos, arrodillémonos, y bajo sus pliegues enormes, junto con los coros enjoyados de luz, digamos el cántico de los cánticos, que comienza así:
Oíd, mortales…
Fuente: HispaCanal
Abandonad vuestros arados y tended vuestras mesas. Cubridlas de blancos manteles y sacrificad los corderos más albos y poned el vino y la sal en augurio propicio. Es generoso el pabellón que ampara los antiguos dolores de la raza y cura las heridas como venda dispuesta por manos maternales.
Judíos errantes, desgarrados por viejas torturas, cautivos redimidos, arrodillémonos, y bajo sus pliegues enormes, junto con los coros enjoyados de luz, digamos el cántico de los cánticos, que comienza así:
Oíd, mortales…
Fuente: HispaCanal
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